viernes, 1 de febrero de 2008

INFORME DE LA ÚLTIMA REUNION DEL CONSEJO SUPERIOR DEL 2007


Bogotá, enero 4 de 2008

INFORME DE LA ÚLTIMA REUNION DEL CONSEJO SUPERIOR DEL 2007

Respetad@s colegas:

El día 14 de diciembre se llevó a cabo la última reunión del Consejo Superior del 2007. Teniendo en cuenta la importancia del tema del presupuesto de la Universidad para el 2008, la mayoría del Consejo Superior decidió modificar el orden del día, sin que se aprobaran las actas de las sesiones anteriores y se pasara a discutir directamente otros temas, como lo propusimos algunos consejeros.

Debe señalarse que, continuando con la política antidemocrática que ha caracterizado el proceder de esta administración, y que se refleja en el comportamiento de la mayoría del Consejo Superior, nos enteramos en los documentos que se nos entregaron dos días antes que vía ad referéndum se aprobó con 5 votos la creación del Sistema de Formación Avanzada, lo cual tiene como consecuencia nefasta, como ya lo habíamos señalado en un informe anterior, la creación de otro Consejo Académico en la UPN, hecho que deja abierta la posibilidad que funcione por aparte otra Universidad paralela a la UPN de pregrado. Por la gravedad de este hecho en su momento pedimos que se volviera a discutir el asunto, proposición que fue rechazada por la mayoría del Consejo Superior.

En cuanto a los temas que se discutieron se encuentran los siguientes: el informe del Rector, la delegación de una función al Consejo Directivo del IPN y, por último, lo relativo al presupuesto.

En cuanto al informe del Rector, lo más destacado fue su mención sobre Valmaria, en torno a lo cual sostuvo que a su debido tiempo se informara con más detalle, aunque para su financiación se sigue pensando en la emisión de una estampilla por parte del gobierno y en la venta del lote de la 127 (en estos términos se refirió al IPN). Llama la atención que es la primera vez, por lo menos desde que estoy en el Consejo Superior, que el señor Rector hace una mención directa a esta posible venta.

En segundo lugar, se discutió la delegación al Consejo Directivo para otorgar la “orden al mérito 80 años IPN”. En cuanto a ese punto, de manera concreta señalé mi desacuerdo para esa delegación teniendo en cuenta que en la propuesta inicial que se presentó aparecían como nominados para concederles esa distinción dos miembros del Consejo Superior, a saber, el señor Rector y la señora Ministra de Educación. Por tal razón, consideré improcedente que en el Consejo se aprobará una medalla que es muy probable que les sea concedida a dos miembros del Consejo. Aduje que debía ser el mismo Consejo Superior quien debía atribuir esa medalla con base en los criterios planteados en la propuesta de acuerdo de “exaltar a los miembros de la comunidad académica, a las personas naturales o jurídicas que contribuyan a la excelencia académica y al bienestar de la Universidad… por sus aportes científicos, investigativos, tecnológicos y culturales” (énfasis nuestro).

Esta postura fue respaldada por el representante de los egresados quien solicitó al Rector y a la delegada de la Ministra que se abstuvieran de votar ese acuerdo puesto que eran jueces y parte y, por lo tanto, estaban impedidos. El representante de las Directivas Académicas, por su lado, sostuvo que no veía inconveniente en esa aprobación y que nosotros no podíamos trabajar con suposiciones sobre los nombres de las personas a las que se les iba a conceder la distinción. Ante esto, Jesús Mejia enfatizó que no estábamos hablando de suposiciones sino de algo basado en la solicitud inicial en la que aparecen con nombre propio cuatro personas a las cuales se le concedería la medalla, y entre ellos el Rector y la Ministra. No obstante nuestra insistencia por mayoría el Consejo Superior aprobó la delegación al IPN para otorgar dicha condecoración. Expresamente, quienes nos opusimos (el representante de los estudiantes, de los egresados y mi persona) solicitamos que quedara consignada en el acta respectiva nuestra oposición a dicha determinación.

En el futuro inmediato cuando se otorgué la condecoración podremos determinar si nuestra percepción actual estaba ajustada o no a la realidad.

Como les decía al comienzo, el punto central fue el del Presupuesto. Antes de comentar lo relativo a este asunto, es preciso informar que, pese a la trascendencia del asunto, los documentos relacionados me fueron entregados 2 días antes, lo cual se constituye en un obstáculo para el estudio juicioso de este tema, como también lo manifestaron Alejandro Hernándes y Jesús Mejía. Por ello, justamente, emergieron al comienzo una serie de dudas, entre ellas la principal que por ninguna parte aparece una mención explicita al proyecto de Valmaria en el Presupuesto.
Otro hecho llamativo, como lo hicimos notar varios consejeros, estriba en que la nomina paralela de la UPN ha alcanzado tal magnitud que en total, incluyendo profesores catedráticos y asociados, su monto proyectado a diciembre 31 era de 23.075.680.785, mientras que la nómina de planta de la institución asciende a 17.900.314.777.
El equipo financiero de la UPN hizo la presentación del presupuesto, sin que tal presentación fuera convincente, notándose cierta improvisación, además de poca seguridad en el manejo de la información. Como se ha convertido en costumbre en ciertos círculos técnicos en lugar de argumentar, dicho equipo se limitó a presentar filminas plagadas de cifras, o más exactamente, las mismas cifras que se habían presentado por escrito. Luego de la presentación vinieron las intervenciones de los miembros del Consejo Superior. El señor Luís Fernando Rodríguez Naranjo, representante del Sector Productivo, señaló que si se observa la evolución del presupuesto de la UPN durante los últimos años se nota una preocupante tendencia a la desfinanciación que se expresa en que a mitad del ejercicio del 2007 existiera un déficit presupuestal de 11 mil millones de pesos y que al final del año ese difícil alcanzaría la cifra de 5 mil millones. Esta desfinanciación no es de ahora, sino que se ha venido presentando de manera reiterada en los últimos años, con el agravante que el déficit presupuestal de cada año se transfiere al siguiente.

Ante la intervención del señor Rodríguez, el Rector planteó la necesidad de buscar recursos externos y de vender el lote de la 127. Señaló, además, que en buena parte el problema financiero de la UPN se debía al crecimiento de la institución que ha pasado de 2500 a 10000 estudiantes y a que unos 50 profesores se encuentran efectuando estudios de especialización dentro y fuera del país. Así mismo, señaló que el financiamiento del Estado se encuentra estancado.
Seguidamente, Jesús Mejía sostuvo que no era del todo exacto lo que el rector decía, en la medida en que el rubro que más había crecido era el correspondiente a personal indirecto y no el de la nómina de la UPN.

La señora Graciela Amaya de Ochoa preguntó que ante un déficit presupuestal de 5000 millones en que sectores se iría a reducir el gasto y cómo se le iría a pagar al personal de la UPN. El rector replicó señalando que hasta ahora la UPN no ha dejado de pagar sus obligaciones, tanto externas como con el personal de la institución.

Jesús Mejía anotó que le llamaba la atención que Valmaria no apareciera en el presupuesto, a lo cual el rector respondió diciendo que si esta en el rubro de gastos de inversión. Ante esto yo intervine para señalar que era muy llamativo que esos gastos fueran tan ridículos, que llegaran a la pírrica cifra de 650 millones. Esto no deja de ser extraño, considerando que ha sido presentado como el proyecto bandera de la actual administración, ya que no aparece mencionado de manera específica en el presupuesto y, según aclararon los asistentes financieros de la administración, sólo se menciona en un rubro sobre INVERSIONES de la UPN, que asciende a una ridícula cifra de 650 millones anuales, ridícula porque el costo de Valmaria asciende a unos 600 mil millones de pesos, lo cual equivaldría a 9 presupuestos anuales de la UPN dedicados de manera exclusiva a ese proyecto y agregue que eso significa que al ritmo anual de inversión, necesitaríamos unos 200 años para construir la tan aclamada nueva sede. (¡Entre paréntesis pensándolo con más cuidado, después caí en cuenta que me había equivocado, porque si el costo estimado es de 600 mil millones de pesos, con una inversión anual de 600 millones de pesos, se requerirían mil años para construir a Valmaria!) Ante ello señalé que con esa cifra anual apenas se alcanzaban a construir los galpones que ahora se encuentran en Valmaria y que este era un muy pésimo tributo a la memoria del fallecido arquitecto Rogelio Salmona, que seguramente nunca imaginó que la obra planeada de la 170 quedara reducida a unos cuantos galpones. Para concluir esta primera intervención le dije al Consejo Superior que, dado que ese día se celebraba la fiesta de despedida que la Rectoría les ofrece a los funcionarios de la UPN, porque no nos desplazábamos como Consejo para operar en Valmaria y ver en realidad que es lo que allí se ha construido. Por supuesto, que nuestra propuesta ni siquiera se considero.

Seguidamente, el señor Rodríguez volvió a intervenir considerando que el presupuesto presentado no es ejecutable y propone que se apruebe otro, basándose en estos criterios: a). Absoluto equilibrio y financiación real: b). Freno y relentización de los gastos, ante la imposibilidad de aumentar los ingresos; c) y que sólo se gaste lo que se tiene. Por esta circunstancia, dado que la UPN no puede seguir gastando más de lo que recibe, so pena de que eso se convierta en una situación inmanejable en el futuro inmediato (más exactamente un saldo rojo para el siguiente año), propuso que el presupuesto de la universidad para el 2008 fuera de 70 mil millones de pesos.

Ante esta propuesta, el rector replicó diciendo que, dado el estancamiento de ingresos por parte del Estado, era preciso plantearse la generación de nuevos ingresos a la UPN, y que esos ingresos sólo podrían provenir de las siguientes fuentes: Crear un fondo con bienes de la Universidad, o mejor, que ese fondo se creara con los bienes vendidos; modificar el costo de matricula de los estudiantes de pregrado; que en los posgrados se modifique la política actual que hace que el 90 por ciento de los estudiantes solamente paguen el 10 por ciento de la matricula.

Hay que decir, que la afirmación del rector fue hecha en términos casi apocalípticos, como quien dice, no queda alternativa: o se adoptan estas propuestas o no hay futuro para nuestra institución. En otros términos, la propuesta del rector es la típica del neoliberalismo educativo que se ha venido aplicando en el país y en la UPN, consistente en que las instituciones se autofinancien y que disminuya, hasta llegar a desaparecer en un futuro inmediato, la financiación estatal. Esto es, ni más ni menos, que el reconocimiento a la privatización de la Educación pública superior.

Inmediatamente, yo señalé que estamos asistiendo a un proceso acelerado de privatización de la UPN, lo cual se expresa en el hecho elemental que 44 por ciento del presupuesto sea financiado con recursos propios, y que solamente el 56 por ciento sea dado por el Estado. Así mismo, indique que como Consejo Superior y dado que allí había representantes del Estado (del presidente de la República, del Ministerio de Educación y del Gobernador de Cundinamarca), se le debería exigirle al Estado que asumiera su responsabilidad y obligación de financiar la educación pública para que ésta efectivamente lo fuera. De igual forma, pedí que dado que por primera vez en el seno del Consejo abiertamente el señor rector había hablado de la venta de instalaciones de la UPN se nos dijera con claridad y no con rodeos a qué se referían con eso, si era que estaban pensando en vender el IPN o la sede del Nogal, y que también nos aclararan aquello de la Comisión de Notables de Valmaria, algo que se ha manejado entre bambalinas.

Alejandro Hernández, representante de los estudiantes, señaló que se hace necesario ponerle freno a los gastos de esta administración, que es posible y necesario pedirle los recursos que se necesitan al Estado y que se oponía a la propuesta rectoral de incrementar las matriculas porque eso significaba cargar sobre los estudiantes el peso financiero de la UPN, lo cual traería como consecuencia cerrarle el paso a muchos de los que aun pueden estudiar en la institución.
Jesús Mejia anotó que no entendía el rechazo frontal del rector a la propuesta del señor Rodríguez, puesto que simplemente tiene que volver a hacer otra propuesta presupuestal ajustada a los 70 mil millones.
La señora Graciela agregó que era necesario restringir gastos de personal indirecto, ajustar la carga de los docentes y posponer algunas investigaciones.

El profesor José Alfonso Martín intervino para señalar que se oponía a mis afirmaciones que la UPN estuviera siendo privatizada, porque, según su opinión, las mejores universidades públicas del mundo se autofinancian (no nombró a ninguna). Defendió la venta de activos y propiedades de la UPN para construir Valmaria, sosteniendo que es el sueño de todos nosotros, y remató diciendo que lo que ahora ahí allí no son galpones, como yo afirme, sino una gran sede, mucho mejor y más adecuada que la sede de muchos colegios de primera clase.

La señora Celmira Martín agregó que pueden reducirse los gastos de personal y reasignar la carga de los docentes, para que dictemos muchos más cursos, y eso suponga contratar menos ocasionales y catedráticos. De igual forma, planteó que se amplié la planta de personal administrativo, puesto que con la reducción consiguiente de supernumerarios van a bajar los costos generales de la UPN.

La profesora Clara Chaparro, nueva vicerrectora Académica, intervino para señalar que de ninguna forma se puede reducir el gasto, que no se puede tocar los servicios personales indirectos y que tampoco se pueden reducir el número de profesores ocasionales y catedráticos y que no eran ciertas mis afirmaciones sobre la privatización de la Universidad, cuando esta administración ha dado muestras de defender lo público. En este mismo sentido se manifestó el profesor Andrés Perafán, Vicerrector de Gestión, quien adujo que lo que ha hecho viable y ha fortalecido a la UPN ha sido su proyección social y con una disminución del presupuesto, esto la haría inviable y que si eso fuese así se pondría en peligro el carácter de universidad investigativa. De la misma forma, indicó que aquellos que nos oponemos a la venta de las instalaciones de la UPN no nos podíamos cerrar a la banda, si eso podía ocasionar una mejor sede, como la de Valmaria.

Ante estas intervenciones, yo planteé que se estaba esbozando un falso dilema (propio de la hecatombe uribista), en los siguientes términos: o se aumentan los ingresos propios de la UPN y si no se puede hacer esto entonces sólo queda vender instalaciones de la UPN. Ante tal falso dilema, yo señalé que no se quería atacar el problema de fondo, como es que esta administración ha incurrido en gastos innecesarios, ha creado una nómina no sólo paralela sino casi terciaria, con gran cantidad de asesores de rectoría, burócratas y supernumerarios que en muchos casos ganan más que los mismos profesores de planta, con proyectos rimbombantes que no aportan nada y que también se tenían arrendadas unas instalaciones que en muchos casos no le servían a la UPN, como sucede con la librería de la calle 73, en donde ni siquiera se pueden ojear los libros (¡un caso único en el mundo, donde en una librería no es posible ver libros!). Es a ese tipo de gastos los que deben reducirse y no los relacionados con personal docente de planta, ocasionales o catedráticos, que ya de por si tenemos una sobrecarga académica y laboral en todos los terrenos. Me opuse frontalmente a que se pretendiera reducir el número de ocasionales y de catedráticos, que hoy constituyen la mayoría de personal docente de la UPN, como solución a la reducción de gastos. Le respondí al profesor Martín y a la profesora Clara Chaparro que la UPN si se estaba privatizando de manera acelerada con la generación de recursos propios y que, en contra de lo que el primero de ellos dijo, las universidades públicas del mundo que se respeten y que merezcan tal nombre (como la UNAM, o la de Campiñas) no le cobraban ni un peso a los estudiantes por matriculas y otros gastos y contaban con un adecuado financiamiento estatal.

Alejandro agregó que era necesario que en la UPN se detuviera ese crecimiento desmedido e incontrolado, que se pensara en la revisión de programas.

El señor Rodríguez pidió que se votara su propuesta de un presupuesto de 70 mil millones, la cual en efecto fue aprobada por unanimidad, con la exigencia a la Administración de volver a presentar el presupuesto ajustado en la próxima sesión del Consejo Superior.
Al final hubo una pequeña discusión en torno a la solicitud de Jesús Mejia de citar la Comisión Operativa del Consejo Superior, con lo cual se cerró la última sesión del Consejo Superior.

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Luego de terminada la sesión el señor rector nos ha comunicado que debido a la decisión del Consejo Superior se van a reducir los gastos de salidas de campo y es posible que también se llegué a afirmar que el aumento de carga docente por medio de la decisión del 0.5 (que tanto nos está afectando) sea resultado de la decisión del Consejo Superior. Ante eso, tengo que manifestar que esa decisión ya estaba tomada antes del 14 de diciembre, como lo hemos podido comprobar en la asignación de carga este fin de año. De modo, que esa ha sido una decisión anterior y unilateral de esta administración, que quiere que nosotros los docentes paguemos los costos de su mal manejo financiero y presupuestal para seguir manteniendo un crecimiento no planificado, desbordado y manteniendo una nómina paralela que puede hacer inviable en el futuro inmediato a nuestra universidad.

Hasta una próxima oportunidad

Renán Vega Cantor
Representante de los Profesores ante el Consejo Superior


Rodríguez Naranjo Luis Fernando Representante del Sector Productivo

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